Hoy ha ingresado voluntariamente en prisión don Iñaki
Urdangarín, esposo de la Infanta de España doña Cristina de Borbón y Grecia,
por hechos que son del dominio público.
Y digo que ha entrado voluntariamente, asumiendo su
culpa, pues podría haber solicitado un indulto, total o parcial, interesando
simultáneamente el no ingreso en la cárcel, en tanto en cuanto se sustanciara
dicho expediente.
O presentar un recurso de amparo ante el Tribunal
Constitucional, pidiendo la suspensión de la ejecución de la pena ante el
citado Alto Tribunal, e informando de ello al Tribunal que debe ejecutar la
Sentencia para que, en su caso, se suspendiera el ingreso en prisión, hasta que
recayese una resolución al respecto.
Pero ha preferido afrontar el problema como hacen los
hombres, de frente y con el pecho descubierto, asumiendo, repito, sus
responsabilidades penales.
Ante esta actitud solo me cabe recordar a doña
Concepción Arenal, primera mujer directora general de prisiones en España:
“Odia el delito, pero compadece al delincuente”.
La familia Borbón-Urdangarín me merece todos los
respetos, pues han sabido y querido permanecer juntos, contra viento y marea,
cuando todos eran “consejos” a la Infanta para que se divorciara, o por lo
menos interrumpiera la convivencia con su marido.
Creo que tanto ella como su esposo han sabido tener
presentes los votos formulados en su boda religiosa: “en la riqueza y en la
pobreza, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte os separe”.
Y en estos tiempos de tantos divorcios, por un quítame
de aquí esas pajas, o cualquier chorrada, me parece una postura realmente
ejemplar.
También la piña, que según todos los medios, han hecho
sus cuatro hijos con el matrimonio y, sobre todo, con su padre, especialmente
el hijo mayor, que por lo que he leído u oído, ha tomado incluso un año
sabático en sus estudios, para estar junto a su padre, y apoyarle.
Estos valores cristianos me parecen muy elogiables y
encomiables, y debo resaltarlos, en honor a la verdad.
¡Claro que la sociedad española en su conjunto, y yo
en particular, agradeceríamos mucho la
devolución, total o parcial, de los cuatro millones y medio de euros que según
la sentencia han “desaparecido”!
Soy consciente de que sacar adelante a cuatro hijos es
una auténtica ruina, pero también sabemos todos que don Juan Carlos goza, según
la prensa extranjera, -pues la nacional no dice ni pio-, de una gran fortuna,
por lo que no estaría de más que consignara a favor del Tesoro Público ese
importe, como un regalo de boda, en diferido, a su hija, o incluso con motivo
de sus veinte años de matrimonio, que en estos tiempos que corren es algo digno
de reconocimiento.
Creo que la sociedad española valoraría muy
positivamente ese gesto, y que cualquier medida de gracia que se adoptase
posteriormente, la concesión del tercer grado, permisos penitenciarios, etc.,
sería mucho mejor recibido.
Seamos realistas, y nunca mejor dicho: al fin y al
cabo, no ha cometido delito alguno contra las personas, sino únicamente delitos
económicos.
Y ese tipo de delitos se cometen en España todos los
días, y en cantidades cada vez más elevadas, por desgracia para todos.
Las sentencias no deben ser ejemplares, como tampoco
el cumplimiento de las penas. Deben ser, simplemente, justas.
Y la justicia para Santo Tomás de Aquino es “dar a
cada uno lo suyo”.
LEER EN:
https://heraldodeoregon.wordpress.com/2018/06/19/don-inaki-urdangarin-odia-el-delito-y-compadece-al-delincuente/
http://www.alertadigital.com/2018/06/18/don-inaki-urdangarin-odia-el-delito-y-compadece-al-delincuente/